martes, 30 de noviembre de 2010

MIRADAS

Siempre he oído que la mirada es el espejo del alma. Nunca, como hasta ahora, he estado tan convencida. Quizá tengan la culpa las clases de psicología, a las que una vez acudí, o las series pseudocientíficas que echan por la tele. No lo sé, la verdad no lo tengo claro. Sin embargo desde hace un tiempo, lo uso cada vez con más frecuencia, como medidor de fiabilidad. Si, es cierto, el grado de mi locura va en aumento a medida que cumplo años, pero a falta de un oráculo que me revele todo lo que quiero saber, es lo mejor que he encontrado. De momento los he agrupado en cuatro tipos, puedo imaginar que hay más, de todos modos creo que se podrán englobar en los grupos iniciales:

- El primer grupo, llamémosle "miradas sucias" es aquel en el que encuadro a hombres y mujeres que al mirarte lo hacen como si fueses un jarrón, un porsche, o una hamburguesa con patatas. Desprenden, en algunos casos, lascivia, pero en la mayoría son ansias de posesión lo que transmiten.
- El segundo grupo, las miradas terroríficas" son aquellas que como su propio nombre indican causan pavor. Ese miedo irracional que nos hace temblar las piernas, que nos hace sentirnos desprotegidos allá donde nos encontremos, que te atraviesan sin ninguna dificultad, como si estuvieses hecho de cristal. Si os soy sincera, de este grupo afortunadamente he encontrado pocos.
- En tercer lugar, pero no por ello menos importantes, son las "miradas neutras"; esas que por más que las miras no te transmiten nada, que te desconciertan porque no sabes que pensar, que en muchas ocasiones te llevan a equívocos porque no sabes a que atenerte.
- Y por último están mis preferidas, y supongo que las vuestras también: las "miradas puras" . Si, no estáis equivocados, me refiero a esas que normalmente tienen los niños de corta edad. Esos ojos cristalinos que sólo reflejan pureza e inocencia, porque aún desconocen la maldad, pero que al crecer se pierde irremediablemente. A pesar de todo esto, he de deciros, que existen excepciones a la regla. Por fortuna, conozco un par de casos...

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