lunes, 30 de enero de 2012

Demasiados sueños



Anudaré las legañas para tener un punto fijo en el horizonte.
Temo ir a la deriva cuando navego por mis pestañas,
cuando arrecian los vientos de tu mirada
que me empujan y me hieren hasta la muerte.
Resucita la carne y se pudre el alma
en esta cotidianidad de garganta enmudecida,
donde las venas ennegrecidas
se baten a muerte con la tinta derramada.
A veces sueño demasiado...
Me empujan estas nubes,
como las dunas a las ciudades,
contra el mar abandonado.
A veces, si, botella en mano imagino lo prohibido,
en esta ciudad sin ley, sin nombre y sin destino,
que se vende en cualquier sitio,
al que tenga algún céntimo en el bolsillo.
Anudaré los años para que me pese el pasado.
Temo a la pluma que escribe mi futuro,
empapada en este tintero de realidad,
que me abruma con discordia y necedad.
Sentimiento en forma de lanza
fue asestada en el costado.
Ya no sangran las heridas cubiertas de palabras huecas,
enterradas en cementerios, se las llevaron los muertos.
A veces sueño demasiado...
Me levanto del suelo y emigro
donde no me salpique la saliva envilecida,
de cráneos aplastados por lengua viperina.
A veces, si, construyo lo imposible,
castillo de naipes al borde de un tornado,
al fin y al cabo no soy más que otro esclavo
que entre cadenas busca su suerte.

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