jueves, 17 de noviembre de 2011

Una bala con nuestro nombre grabado


Ábrase la tierra y que emerja el fuego purificador,
anular y destruir, y un potro de tortura ganador.
Ruleta rusa, una señal en mi sien
de obra y pensamiento en algún lugar
una bala con nuestro nombre grabado.
Regaré mi jardín con la sangre vertida,
abonaré los campos con las vidas sesgadas
y levantaré una valla de puñales y dagas.
Grumos cuajados recorren la arena,
salpican arterias y venas los vientos de guerra.
Retumba el coliseo y los ecos en mi cabeza,
sobrevuela el cielo la negra parca
y yo me la juego a la mejor carta.
Y en estas largas noches de piedra,
oscura el alma del que miente, seca la lengua,
donde corazón y armadura suenan una.
Demasiado tiempo pasado imperfecto,
demasiado tiempo presente simple,
demasiado tiempo futuro incierto.
Noches de fría piedra atormentando
el sueño de los hombres,
sujeta la soledad con cadenas
unos miembros inmóviles.
Nadie puede huir, no puedes escapar
de esta larga noche de piedra.
El humo envilecido que oscurece el horizonte,
que nos arrebata el sol
y nos contagia esta ceguera permanente.
Ábrase la tierra que me vio nacer,
emerja el fuego y templaré mi espada,
será vuestro dolor mi coraza,
vuestras súplicas mi lanza,
vuestras lágrimas mi esperanza.

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