miércoles, 12 de octubre de 2011

Quiero

Quiero a eses ojos que me miran, a eses que saben lo que pienso sin ni siquiera mediar palabra. Quiero esos labios que besan mi piel sin ni siquiera rozarla, porque el aire que los separa se ha cuajado en un muro impertérrito. Quiero a ese que me quiere como soy, y que no me pide nada a cambio, quiero y de tanto querer se me olvidó que no me quiero a mi, parte imprenscindible de esta ecuación. De tanto elevarme al cuadrado, de restar lo importante, de sumar lo imposible y de multiplicar lo innegable, lo triste es que este cuadrado que me conforma jamás será un círculo. No son las matemáticas la solución, ni la física, ni la fisolofía que revolotea sobre el verbo que, a menudo escupo, sin ningún pudor. La solución, la paradoja de este problema radica en que más allá de x hay una y; efectivamente en esta vida siempre hay más de una incógnita a despejar....¿ la culpa? La culpa es mía, la aceptó, y desde este punto construiré otra línea paralela, semejante, pero no igual a la anterior - de que me serviría cometer el mismo error-. Elegir lo correcto es deshechar el camino del miedo, de la incertidumbre para la que nadie nos educó. Los límites del bien y del mal, de lo controlable y de lo incontrolable reside en lo más profundo de nosotros, pero somos cobardes, y ante ello, lo único que nos queda es rendirnos a lo inevitable. Seguiremos como hasta ahora, ¿ para qué luchar si nos hemos visto vencidos?
Quiero a ese alma que lucha y no se rinde, quiero a ese que mantiene los pros y no los contras, quiero no estar solo y que mi lucha no sea un desatino. Quiero y de tanto querer, espero que esto no haya sido una pérdida de tiempo. Qué vuelen mis cenizas junto esos ojos que me miran, junto esos labios que me besan desde la lejanía que siento tan cercana y mía. Quiero amar al que me ha amado, y amaré sin ataduras al que presto se acerque a mí sin palabras ni deseos; sólo aceptaré historias sin palabras, no quiero más preguntas sin respuestas, no más viajes en el tiempo. Quiero, y de tanto querer, se me olvidó exigir que alguien me lo devuelva; se me olvidó pedir lo que por derecho es mío. Te quiero, es tan difícil de asumir, tan fácil de decir que duele; me duele cada poro de esta piel ajada por el tiempo, rasgada por este sentimiento cruel que nos convierte en marionetas estúpidas. Te quiero tanto, que un día se congeló mi sangre en tus venas, y ahora ya no soy nada. Se me olvidó que la parte más importante en esta ecuación, soy yo.

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