domingo, 4 de septiembre de 2011

Cerrando puertas


Arranqué estos miembros de hojalata
y construí con ellos una veleta
que preside esta casa.
Cegué estos ojos con lágrimas afiladas
para así no ver correr el tiempo
que enfurecido me come los recuerdos.
Brilla la oscuridad en estos huecos
donde una vez anidó el fuego que nos calentaba.
Ya no me queda nada...
Até los nudos de la conciencia,
cerré cada una de las puertas
para dejar atrás tornados y desiertos.

Pero es inútil...
Te muestras en cada rincón, me acechas en sueños.
Y cada vez que me miro en el espejo sólo veo tu reflejo,
Eres la piel que habito,
el polvo abandonado del camino
que un día ensució mis zapatos.
Desgarré el cielo con mis gritos,
arañé las nubes como quién garabatea en la arena,
cambié mis cicatrices por sueños,
y lo convertí todo en metáfora.
Adjetivé mi vida esperando que todo cambiara,
puse precio al dolor de los sustantivos
que  inventa mi cabeza.

Y sin embargo espero a que el futuro venga,
respirando el silencio que escapa por tu boca,
rellenando esta tumba que me he cavado.
Que espere por mi la parca
mientras mi musa trae nuevos epítetos,
y se confunde la lluvia espesa
con este mar de lágrimas.
Esperaré pausada entre tintas y tinteros
a que se haga la luz entre tanta tiniebla,
a que amanezca otro día,
a que se apague la noche de mi vida.
Entretanto congelaré mis venas con rocío,
y esconderé mi corazón en una caja:
no hay cura posible para esta herida.




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