jueves, 25 de febrero de 2010

Mi mejor amigo

Suena el despertador, como cada mañana. En cuánto muevo las sábanas un halo de frío recorre mi cuerpo y entumece mis ya debilitados músculos. No, por favor, no quiero levantarme. No encuentro en mi memoria nada tan importante que haga desperezarme. Me agarró a la almohada en un último intento, de que vuelva la noche: estado esencial de letargo e inconsciencia, sin toma de decisiones, ni problemas abrumadores. Pero no hay salida, el estúpido del despertador te recuerda cinco minutos después, que el recreo ha terminado. Entonces el milagro sucede, como por arte de magia: un recuerdo grabado en lo más profundo del subconsciente pone en funcionamiento todas las neuronas. Negro y líquido elemento, combustible de este vehículo, que es mi cuerpo. Tú, mi amigo. Tú, que llegaste a mi vida hace tanto tiempo que ya no lo recuerdo. A ti debo la fuerza con la que emprendo cada mañana otro día anodino. A ti te debo las largas sobremesas, las charlas con amigos, e incluso te debo las tertulias con desconocidos. Te debo tanto,que por siempre serás...mi amigo.

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