domingo, 23 de mayo de 2010

DIFERENTES


Esta semana publiqué un post en el blog de "Cegados por la Egolatría" que trataba sobre los orígenes del juego de la oca. En las primeras frases hago referencia a todas aquellas tardes que invertí en tan misterioso juego, a lo que mi colega Ray respondió que él siempre había sido más de jugar al parchís. Ahora entiendo el por qué.

Para que podáis entenderlo, primero tengo que hablaros de los orígenes del parchís: Nacido en la India en el s. XVI con el nombre de Parchisi, llega hasta nosotros como una fiel representación del original. El tablero en forma de cruz es la copia del jardín del emperador Akbar el Grande. El centro del tablero representa el trono en el que se sentaba el emperador en el centro del  patio. Por otra parte, las fichas eran las muchachas indias más bellas que se movían de casilla en casilla y se disputaban el honor de jugar para el emperador. En lugar de dados se usaban conchas de moluscos que contaban un punto si caían con el hueco hacia arriba. Y de aquí sale su nombre, puesto que se usaban 25 conchas. Parchisi deriva de la palabra hindú Parcisi que significa 25.

Después de este apunte no se si empezareis a entenderlo, de todos modos seguiré con la explicación. Básicamente la culpa de que uno prefiera una cosa u otra radica, como de costumbre, en el cerebro, más concretamente me refiero a la amígdala cerebral. Este conjunto de neuronas localizadas en la profundidad de los lóbulos temporales tiene como una de sus funciones la involucración en la respuesta a las hormonas sexuales. Como contiene receptores tanto para estrógenos como para andrógenos surge entonces la teoría "derecha-varón", "izquierda-mujer" de la actividad de la amígdala. Así las conexiones de la derecha facilitan el seguimiento o vigilancia de los estímulos externos y la izquierda el de estímulos internos. Y en este punto es donde entra en juego lo que en psicología se conoce como "memoria genética". Muchas de las cosas que han llegado hasta nosotros son debidas a este tipo de memoria presente desde el nacimiento y que existe en ausencia de experiencias sensoriales y que es incorporada al genoma a lo lardo de largos períodos de tiempo. Esto explicaría porque un individuo arrastra tras de sí las memorias y personalidades de nuestros antepasados.

Si unimos todos estos puntos llegamos al final del laberinto. Por todo ello una vez se activa la parte izquierda de mi amígdala, me divierto con juegos que hacen pensar e investigar. Y debido a la activación de su parte derecha Ray disfruta más con el parchís porque su memoria genética le transfiere el deleite de ver corretear por el tablero a jóvenes hermosas que se pelean por sus atenciones.

Para terminar me gustaría hacerlo con una frase que jamás había tenido tanto sentido para mi como en este momento: "Comerse una y contar veinte".
Al fin y al cabo somos diferentes.:P

3 comentarios:

  1. Enhorabuena fini!! ni yo mismo podría haber hecho gala de mejor explicación acerca de mis afinidades.
    Desconocía lo de Akbar el Grande, pero sin duda su grandeza no radicaba sólo en su nombre, si no en el buen gusto de un hombre con semejante carácter inventivo, que fue capaz de mezclar en uno ocio y sexo.
    Desde ahora, una partida de parchís no volverá a ser lo mismo para mí.
    Además, hablando sobre el funcionamiento del cerebro y demás, me has convencido completamente.
    Solo resta ahora reunir un buen número de hembras y echar una partidita :D

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  2. Tendré que colgar un bando informativo en internet avisando a las pobres incautas que no se fíen de un degenerado que propone partiditas de parchís...juas, juas, juas

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  3. no me prives de la dulce inocencia de las incautas, no hace sino exaltar la belleza de los corazones puros
    :D

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