domingo, 4 de diciembre de 2011

Ojalá que las nubes me lloviesen por dentro


Ojalá que las nubes me lloviesen por dentro,
que me violasen las gotas mientras estoy no siendo.
Ojalá esto no se no convierta en súplica ni en rezo
de la flor marchita con destino incierto.
Fe rota, esperanza a cuentagotas
y la oscuridad instalada;
ahogan mis gritos la rabia.
Llueve...
En este viaje empezado el dolor en mis zapatos,
y toda una vida, una mochila en la espalda,
demasiado excesiva la carga
para un camino tan largo.
Ciego el orgullo por agujas afiladas,
sólo ven los ojos instalados en las colinas:
me vigilan, me acechan, me persiguen inquisitorias.
Llueve...
Ojalá que las nubes me lloviesen por dentro,
que me violasen las gotas mientras estoy no siendo.
Ojalá que la necedad que sobrevuela mi mañana
no anide en la oscuridad de mis entrañas.
Atrapada, sigo atrapada en esta telaraña,
esperando no ser otra masa sanguinolenta
le digo a dios que no existo.
Llueve...





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