lunes, 20 de junio de 2011

...y creí que era bueno



Arañé un día la tierra,
manché mis manos,
y entre la negritud de aquel elemento
dejé un árbol.
...y creí que era bueno.
Grabé a fuego un día
las letras que escapaban de mi mente
y en aquel mundo en blanco
plasmé un poema.
...y creí que era bueno.
Y una mañana mi vientre hinchado
tiñó de sangre el amanecer,
y entre claroscuros parí un hijo.
...y creí que era bueno.
Más todo lo bueno no es suficiente,
y le dará el árbol cobijo a este niño,
albergarán los escritos las enseñanzas perdidas,
pero la noche es oscura y el mundo demasiado blanco.
Acechan agazapadas tormentas,
el viento que todo lo arrastra,
la niebla empañará la retina,
y ese camino lleno de piedras.
Serán la vida y la muerte
compañeras en este viaje,
y dejaré que fluyan en el abismo
las mariposas aunque sé que no es suficiente.
...pero creí que era bueno.

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