Pensamientos evocadores, que suben en espiral como el humo que los lleva,
escapan al entendimiento que los creo, al alma que los lleva en su vientre.
Sangre y sudor, venas que palpitan tras el tiempo arrugado,
enjuto y acobardado, y yo, aquí en medio entre lo pasado, lo vivido y lo soñado.
Se me escapa la vida por esta boca que ya no siento mía.
Se me escapa la luz por estos ojos cansados que un día vendí al diablo.
Se me escapa el amor, se aleja de mi, y lo arrastra todo a su paso.
Hace tanto tiempo que zozobro en este mar oscuro,
que anhelo sentir bajo mis pies el agua del rocío,
y ese vuelo acompasado, de las golondrinas, que siempre fue mi guía.
Anhelo, si, el calor de la tierra que al nacer fue mi abrigo,
y tus besos que sean de nuevo ese tejado que me de cobijo.
Necesito caminar, volver a sentir que el viento golpea mi rostro,
que se apresure esa tormenta y que calme el polvo del camino,
porque he de seguir, y no puedo encontrar mi casa, ni escribir mi destino.
Alejaré el mar, y la espuma blanca que ondea en el horizonte,
ahuyentaré de mis oídos esas fábulas inventadas,
cuento mordaz de una rosa que ya no tiene espinas.
Sofocaré el dolor que quema mis entrañas con lágrimas desiertas
y gritaré hasta que rompa esta voz maldita, que suplica el olvido.
Putos recuerdos...
ResponderEliminar"Las trampas de la memoria", como diría García Márquez, nos zarandean hasta confundirnos, nos hacen creer lo que no es y llorar en el momento más inesperado. Resquicios, huellas, ecos torturantes que nos martirizan incluso en sueños. Pensamientos fijos y constantes: obsesión. Un momento porpicio para entregarse a nuevas experiencias.
Un saludo, guapetona.
¡¡Buenos y pre carnavaleros días, Fini!!.
ResponderEliminarUn besito.
Bendito olvido!!! Maravilloso texto Fini.
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