jueves, 25 de septiembre de 2014

DUELE

Quién dice que la ausencia duele.
Acaso duele el vacío,
la noche, la duda, el miedo.
Quizá es el reloj el que duele
porque anclado en su esquina
mantiene una huelga perenne de brazos caídos.
O quizá, sí, es el calendario el que duele,
anegado de fichas negras y rojas,
ruleta perpetua donde rojo gana y negro pierde.
Quién dice que la ausencia duele.
No será el caos que anida en tu cabeza
que prefiere ser puta esquiva
a náufrago en la calma que te rodea.
Me pregunto si será la esperanza, el sueño,
el pasado turbio o el futuro incierto.
Serán acaso estos ojos míos los que duelen
que de tanto mirar este mundo
ya sólo ven lo que quieren.
Será el ser o el no ser lo que duele,
o el cenicero lleno y la botella vacía.
Tal vez es el camino, o el monte, o el valle,
o el sendero, o puede que ninguno
y solamente sea la lluvia la que duele
con el sol y su luna y esa nube negra que emerge.
Es posible que sea esta escalera,
deformada y grotesca a cada peldaño que subes,
o esa música ¡escucha, escucha como llora el piano!
o, a lo mejor, es el orgullo anudado en tu garganta,
corbata de día, de madrugada se vuelta soga.
Podría ser la jaula la que duele
que desesperada busca pájaro,
o las llaves en el fondo del mar
que anhelan tierra y un candado,
incluso duele la metáfora baldía
que brinca en el filo de la escarcha.
Alguien me dijo que la primavera también duele,
que duele el ocre de las hojas, el rocío,
el ocho adormilado que tiende al infinito.
Duele el techo, las prisas, la ilusión,
el muro que crece pero también el que cae.
Duele el quiero y no puedo, el voy pero no llego,
la soledad en muchedumbre, si existo luego pienso,
pero luego no pienso lo que digo.
Por eso creo que es el viento el que duele
que grita que viene el lobo y nadie le cree,
son los fusiles sin clavel los que duelen,
las balas que no se pierden, las historias que no se escriben,
los besos insatisfechos, el alma negra y envilecida.
Tanto duele la quietud, el desasosiego,
la rendición sin opción, no saber a donde van
las lágrimas que se vierten. Duele tanto entrever,
imaginar, suponer pero no saber
si es a ciencia cierta o pseudociencia.
Duelen los nombres con o sin apellidos,
cada secreto contado a voz en grito
los zapatos que te pones porque nunca serán los míos.
Pero la ausencia, amigos, la ausencia no duele,
acaso no serás tú el que duele.

lunes, 3 de marzo de 2014

Elegí ser peón

Nunca fui reina, escogí ser peón
en primera fila tras el telón.
Nada acotará mi movimiento
y a falta de talento
es mi pluma, cincel que moldea tu intelecto.
Se me acaba el tiempo,
se derriten las horas sobre el cemento,
la vida no concede un segundo intento,
blancas mueven, negras pierden.
Acecha la noche tras cualquier esquina
y me mira la luna pero le digo que ya no quiero.
Aprendí a esquivar las sombras
de la mano de mi propio monstruo.
Ahora camino entre lo burdo y lo ambiguo
arañando la tierra en busca del continente perdido.
Agarrotados los dedos afino el drama
hasta que el dolor sea nota del piano al viento.
No hay mejor defensa que un ataque en masa
ni mayor ofensa que dar por perdido
aquello que jamás has intentado.
Amargo el paladar de tragar tanta vida,
me ahogo en vómitos de melancolía
y mis sueños, plumas de cuervo negro.
Maúlla el miedo en mi tejado,
aúllan las tinieblas de este corazón embarrotado
y aún así, sigo volteando sobre el filo de los años,
maquillando en grises la suela de los zapatos.
Tintienean las campanas con mi último suspiro,
penúltima llamada en un mar de dudas,
porque en esta vida en la que pasa de todo
menos ese todo que cambia y muda.
No, no necesito ser reina,
no necesita mi ego del aplauso generalizado,
ni castillo en la cumbre,
ni caballero armado.
Llamadme cobarde si eso os hace dormir tranquilos,
podéis apedrearme si así se liberan vuestros miedos,
soy ese Guadiana que aparece o se esfuma,
pero que a nadie pide permiso.
Y en este punto me paro, y me hago humo
o me transmuto en niebla y todo lo inundo.
O escojo vida, o que batalla libro,
o a que guerra me adhiero,
porque elegí ser peón,
en primera línea tras el telón.