En volandas,
como si no existiera el avispero,
aquí me tienes con los ojos desnudos,
ignorando las piedras que lastiman,
ignorando la misma suavidad de la muerte.
¿Te acuerdas? He vivido dos siglos, dos minutos,
sobre un pecho latiente,
he visto golondrinas de plomo triste anidadas en ojos
y una mejilla rota por una letra.
La soledad de lo inmenso mientras media la capacidad de una gota.
Hecho pura memoria,
hecho aliento de pájaro,
he volado sobre los amaneceres espinosos,
sobre lo que no puede tocarse con las manos.
Un gris, un polvo gris parado impediría siempre el beso sobre la tierra,
sobre la única desnudez que yo amo,
y de mi tos caída como una pieza
no se esperaría un latido, sino un adiós yacente.
Lo yacente no sabe.
Se pueden tener brazos abandonados.
Se pueden tener unos oídos pálidos
que no se apliquen a la corteza ya muda.
Se puede aplicar la boca a lo irremediable.
Se puede sollozar sobre el mundo ignorante.
Como una nube silenciosa yo me elevaré de mí mismo.
Escúchame. Soy la avispa imprevista.
Soy esa elevación a lo alto
que como un ojo herido
se va a clavar en el azul indefenso.
Soy esa previsión triste de no ignorar todas las venas,
de saber cuándo, cuándo la sangre pasa por el corazón
y cuándo la sonrisa se entreabre estriada.
Todos los aires azules…
No.
Todos los aguijones dulces que salen de las manos,
todo ese afán de cerrar párpados, de echar oscuridad o sueño,
de soplar un olvido sobre las frentes cargadas,
de convertirlo todo en un lienzo sin sonido,
me transforma en la pura brisa de la hora,
en ese rostro azul que no piensa,
en la sonrisa de la piedra,
en el agua que junta los brazos mudamente.
En ese instante último en que todo lo uniforme pronuncia la palabra:
ACABA.
Vicente Alexaindre: Acaba
Hola, Fini. Muchísimas gracias por sumarte a la iniciativa de poner un poema del '27.
ResponderEliminarQué se puede decir de una generación tan genial y prolífica que fue criticada, insultada, exiliada y fusilada porque incitaba a pensar...
Exacto Fini, cada día estamos más y más controlados. Sin ir más lejos, eso que nos venden como un instrumento de comunicación capaz de rebasar fronteras como lo es el teléfono móvil, no es sino un dispositivo de localización que sigue emitiendo señales de nuestra situación geográfica incluso encontrándose desactivado.
Se quedó corto George Orwell en su "1984".
Un besote, guapetona.
Hola, veo que al igual que David te gusta la poesía, me encanta tu elección de Aleixandre. Gracias por participar. Si os pasáis por mi blog podéis leer más poesía de un grupo literario al que pertenezco.
ResponderEliminargracias mª josé por pasarte, espero que te dejes caer por aquí de vez en cuando, si es que lo que aquí escribo es de tu agrado.
ResponderEliminarGracias por sumarte a esta iniciativa poética.
ResponderEliminarSaludos y enhorabuena por el blog.
gracias a ti, Antonio:)
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