En mi último atardecer, los morados tiñeron estos ojos,
cegadas mis pupilas por tanta oscuridad.
Llovía, me acuerdo.
Porque las gotas de lluvia no osaban tocarte.
Se abrieron los cielos, y tus ojos despejaron las nubes.
Entonces.
Se disipó el mundo a mi alrededor,
la oscuridad de mis retinas tornó en luz,
en agua cristalina,
en gotas de rocío.
Después.
Se voltó mi noche, día
alfombra anaranjada que discurre bajo mis pies.
Esa locura pertinaz se ancló en mis manos,
trastocó un alma errante
perdida de rama en rama.
Pero.
El río llegó.
Vino a mi, y fluyó con tanta fuerza
que sentí arrancar las entrañas,
palpitaron estas sienes para devolverme la vida
que el corazón me había arrancado.
Agua.
Vida.
Y el río que corre,
te atraviesa,
me lleva.
Qué arte tienes, jodía. Ya me contarás cuál es el secreto.
ResponderEliminarTanto el título como la temática me han recordado este poema-canción:
Río
Hoy sé que no hay nada imposible,
anoche supe la verdad.
Creí a mi alma inservible,
pero era cansancio vulgar nada más.
Tú eres un don de la brisa,
un ser de la resurrección,
un pájaro con una risa
capaz de arrastrar a la noche hasta el sol.
Río, río, río. Río de verdad,
como un animal que ha sido puesto en libertad.
Río
me dejo ir en mano alegre,
voy previendo,
porque mañana, a lo mejor, hay un entierro
y una mordida de pantera en lo más mío.
Río
y no es un desafío
a la vida del sueño:
es que vivo camino al cementerio.
(Silvio Rodríguez):
http://www.youtube.com/watch?v=h8TlGS4m-rs
Un besaaaaaaaaaaaaaaaazo, encanto.
y tú tan amable como de costumbre:)
ResponderEliminarQué bueno Silvio, grande entre los grandes!!!
Otro besazo para ti.
Bellísimo Fini!!!
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