Recorro cada mañana el mismo sendero del bosque, y parapetándome tras la bruma evito su contacto. Me escabullo lo mejor que puedo, a pesar de que últimamente me cuesta mayor esfuerzo hacerlo. No siento miedo, si eso es lo que estáis pensando; las alimañas del bosque son mis únicas aliadas, me prestan su ayuda, y sin lugar a dudas son las más fieles compañeras. Pero de vez en cuando alguno de ellos me busca. Cuando todo su mundo conocido les falla quieren dar conmigo, y entonces, sólo entonces osan a entrar en mis dominios en busca de una solución. Pero no todos son dignos de recibirla, sus negras almas se muestran ante mi, a través de sus ojos, y es cuando decido quienes de ellos son merecedores de mi ciencia. Sólo los puros de corazón podrán llegar hasta mi, sólo aquellos que estén dispuestos a alterar su conciencia y su pensamiento, sólo esos podrán tener todo mi conocimiento. Sé que estaréis pensando que tengo un espíritu vengativo, que me idolatro en sobremanera, pero nada más lejos de la realidad. Hubo un tiempo en el que viví entre ellos, intentando amoldar mis costumbres a las suyas, ayudando a quién me lo pedía sin recibir nada más que un mendrugo de pan a cambio. Y al final, un buen día entraron en mi casa echando la puerta abajo, destruyendo el trabajo de meses, arrasaron con todo aquello que sus cortas mentes no alcanzaban a entender. Me hicieron prisionera, me ataron con cadenas como si fuese una bestia y me condujeron ante su tribunal de hombres. Hombres malvados, que amparándose en su dios, intentaron limpiar mi alma con fuego.
Pero el destino quiso que mis días no llegasen a su fin, el carcelero dejó que me fuese antes de que amaneciera. Sintió que no era justa mi muerte, me devolvió mi vida a cambio de la de su hija. Me siento feliz a pesar de todo, lo único que me duele, es no tener a quién transmitirle toda mi herencia.
Este conocimiento ancestral que yo heredé de los mios, ahora se irá conmigo, enterrado en esta oscura parte del bosque. Pero para que esto ocurra aún quedan muchas lunas, mientras tanto, seguiré haciendo esto que alguien tachó de herejía. Si, soy una bruja, una hechicera, la amante del diablo, esa perra indómita que jamás se arrodillará ante ningún dios, ni ante ningún hombre.
Si, lo admito.
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