viernes, 13 de abril de 2012

Drama


Otra fría mañana y la estupidez humana
disparando a quemarropa en mi nuca.
Engendro oscuridad en cuánto mis pies pisan el suelo,
con la luz opaca que emanan los ojos del ciego.
Demasiado bonito para ser cierto,
el caos y el orden ya no existen para el que yace muerto.
Sólo quedan las sombras estampadas en la piedra
mientras la fragancia del miedo adorna vuestro cuello.
Ya no sirven las cruces de antaño y la sangre en la cuneta
no consuela el deseo.
Otra fría mañana, el corazón helado
y el iris incendiado en la comisura de tus labios.
Taciturnas se han vuelto las ideas, parca la palabra
y la metáfora seca al viento como la legaña que atasca y pudre.
Quizá en algún momento creiste haberme visto,
pero ese ojo que cree ver, también se engaña y miente.
Me deslizo entre tus dedos como la niebla en la mañana,
y al salir el sol, en tu cabeza, imagen proyectada de un puzzle.
Otra fría mañana, sigue durmiendo, yace muerto,
soy esa aparición mariana, un holograma,
un espejismo en el desierto, esa pequeña parcela de cielo
que maquilla vida y drama.
Pintaré corcheas en el pentagrama en blanco que habita tras tu frente,
usaré como pincel ese alma arrugada que se esconde en el bolsillo
y cuando en lo alto del cielo la luna llena brille,
 seguirás viendo el dedo que señala.
Otra mañana, y el frío que lo detiene todo,
que encoge los miembros, que hace transitable el charco,
ahora es veneno en mi boca, ira encendida
que navega entre la cava y la aorta.
Serán mis palabras en tu cuerpo ese traje de rey ficticio,
y como sastrecillo valiente perfeccionaré la urdimbre,
serán las costuras las cadenas de las que no podrás librarte
y este hilo tan brillante será un nuevo principio.
Más no será el final, un nuevo drama atenaza
donde el elemento más abundante es la necedad humana.