lunes, 30 de enero de 2012

Demasiados sueños



Anudaré las legañas para tener un punto fijo en el horizonte.
Temo ir a la deriva cuando navego por mis pestañas,
cuando arrecian los vientos de tu mirada
que me empujan y me hieren hasta la muerte.
Resucita la carne y se pudre el alma
en esta cotidianidad de garganta enmudecida,
donde las venas ennegrecidas
se baten a muerte con la tinta derramada.
A veces sueño demasiado...
Me empujan estas nubes,
como las dunas a las ciudades,
contra el mar abandonado.
A veces, si, botella en mano imagino lo prohibido,
en esta ciudad sin ley, sin nombre y sin destino,
que se vende en cualquier sitio,
al que tenga algún céntimo en el bolsillo.
Anudaré los años para que me pese el pasado.
Temo a la pluma que escribe mi futuro,
empapada en este tintero de realidad,
que me abruma con discordia y necedad.
Sentimiento en forma de lanza
fue asestada en el costado.
Ya no sangran las heridas cubiertas de palabras huecas,
enterradas en cementerios, se las llevaron los muertos.
A veces sueño demasiado...
Me levanto del suelo y emigro
donde no me salpique la saliva envilecida,
de cráneos aplastados por lengua viperina.
A veces, si, construyo lo imposible,
castillo de naipes al borde de un tornado,
al fin y al cabo no soy más que otro esclavo
que entre cadenas busca su suerte.

miércoles, 18 de enero de 2012

¡Cómo olvidarme!


¡Cómo olvidarme!
¿Acaso olvida el sol a la luna
cuando se esconde por la noche?
¿Acaso se olvida el mar
de acariciar la arena cuando vuelve?
Duele recordar y acordar que no tienes,
más el peor dolor es olvidar
aquello que sientes.
Y como un brote lechoso
endurecido por sus nervios,
tendemos nuestra cara al sol
en busca del preciado alimento.
Pero inútil el calor
sin una rama que nos sujete.
Fútil existencia en verde
que nos arrastrará hacia el dolor.
¡Cómo olvidarme!
¿Acaso olvida la piel
al aire que estremece sus poros?
¿Acaso olvida la lengua
esa pena que abrasa como la hiel?
Duele resucitar cada mañana tras un ocaso herido,
más el peor dolor es la vida
que se escapa por la retina.
Seré transeúnte por este fino hilo
que une el alpha a la costumbre,
y que al llegar al otro lado del camino
hallará la respuesta al acertijo:
¡Cómo olvidarme!

lunes, 2 de enero de 2012

Otro año más...

Abrí los ojos, y volví a mirar como lo hacía antaño:
con esos ojos de niña que lo tiene todo por descubrir.
Acurrucada en mis brazos, olvidé lo que refleja mi espejo
y dejé salir al otro lado.
Marqué su regreso con las gotas de lluvia que he ido recogiendo estos años,
con las cuerdas que até todos mis sueños,
con la llave oxidada que cerró mis deseos.
Otro año más, pero el mismo propósito de siempre,
y sin embargo, la sonrisa pintada en mi cara me susurra:
esta vez será diferente.
Se me agrandan los ojos como a un niño con zapatos nuevos,
me levanto de un salto, correteo, y de repente,
ya no siento gris el suelo.
Sigo pintando nubes,
saltando al vacío en cada pensamiento,
esperando que otro niño no se muera de hambre.
Amanece otro día, y pienso en ti, que ocultas tu cara,
y en ti que bilipendias, pero sólo por ignorancia;
y pienso en mi: al fin y al cabo, ni tan buena, ni tan mala.
Con la nueva luz recorro la calle, un nuevo muro a cada paso,
un nuevo escollo, otra zancadilla y de nuevo me caigo.
No te preocupes por mi, yo ya no lo hago,
mañana saltaré de nuevo al ruedo
y escribiré otro verso mientras hago que beso el suelo.
Olvidaré los rostros de los que me han olvidado,
apartaré los recuerdos que no pueden ser enterrados
por si necesito recuperarlos.
Amaré como si no tuviese mañana,
y odiaré con la misma fuerza para equilibrar la balanza.
Porque, amigos míos, de eso se trata.
No más magdalenas llorando
sobre posos de café abrumados,
no más guerra, ni más llanto, no más duelo,
no más lides banales, ni desiertos,
ni epopeyas desgarradas que corten, de nuevo, el viento.

domingo, 1 de enero de 2012

El primer día, a primera hora

El primer día, a primera hora,
mientras las primeras nieves pegan contra mi alma,
galopa el talento de tus manos al alba.
Dominan tus dedos el arte de ennudar mi piel,
de invertir mis colores,
de exhalar templados olores.
Se nos hace estrecha la sábana anudada,
que recorremos como locos funambulistas,
apostando lo que nos queda de vida.
A primera hora, el primer día,
mientras la cafetera silba nuestra canción,
anclaré tus caderas a las mías.
Luchando mi lengua por no perderse,
se vuelve pluma y escribe un nuevo verso,
se vuelve deseo y grita al viento.
El sudor encoge el mundo y se nos queda pequeño,
nos alejaremos de esta tierra,
seremos espaldas mojadas en otro cielo.
No hay sitio, no hay lugar para tanto sueño,
sólo donde los demás no llegan
hallaremos nuestro descanso de guerrero.
Profanaremos el Olimpo con nuestros pies desnudos,
allanaremos la morada de tanto dios ficticio,
seremos la llave mágica de las puertas de Pedro.